Pueblos y comunidades tradicionales
Los Pueblos y Comunidades Tradicionales son grupos que comparten y se reconocen dentro de una cultura diferenciada en relación a la sociedad hegemónica, vivenciando colectivamente formas propias de organización social. Estos grupos tienen una relación especial con los territorios que ocupan y con sus recursos naturales, asignándoles una carga cultural, social, religiosa, ancestral y económica.
Se caracterizan como Pueblos y Comunidades Tradicionales en Brasil, por ejemplo, las comunidades ribereñas, las recolectoras de flores, quebradores de coco, pescadores y pescadoras artesanales, los gitanos, las marisqueras, caucheros, castañeros, pantaneros, entre otros grupos. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), esas personas suman aproximadamente 5 millones de brasileños y ocupan un cuarto del territorio nacional.
La construcción de políticas públicas dirigidas a esos grupos por el Estado brasileño es reciente. A pesar de la ratificación en 1989 del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que versaba sobre los derechos de los pueblos indígenas y tribales en el mundo, en Brasil la cuestión sólo fue tratada en 2007, a través del Decreto 6040, que instituyó la Política Nacional de Desarrollo Sostenible de los Pueblos y Comunidades Tradicionales (PNPCT), coordinado por la Secretaría de Políticas de Promoción de la Igualdad Racial (SEPPIR) de la Presidencia de la República.
Sin embargo, gran parte de esos pueblos y comunidades no tienen acceso a políticas públicas y son cotidianamente violentados por intereses externos en sus territorios, siendo particularmente afectados por grandes emprendimientos socio-ambientales. La resistencia de los Pueblos y Comunidades Tradicionales es principalmente por el reconocimiento de sus territorios, su ciudadanía y su identidad cultural, cotidianamente violada por la discriminación racial, étnica y religiosa del Estado y de la sociedad.